En la antigüedad, el privilegio de tener sillas estaba destinado exclusivamente a unos pocos. La postura sentada del faraón era un símbolo de poder y divinidad, pero también es un paradigma de una postura sana. Actualmente estoy segura que todos tenemos una silla, e incluso que pasamos demasiado tiempo sentados, ya sea por el trabajo o si estamos estudiando. Pero, ¿sabías que utilizar una buena postura no es sólo cuestión de encontrar la posición cómoda de sentarse.
Dato curioso: Ramsés El Grande, se sentaba con su espalda a 90 º, con los muslos y pies apoyados totalmente en el suelo, hombros hacia atrás y hacia abajo, los brazos reposando sobre las piernas, manos que descansan sobre las rodillas, la nariz levemente baja y sin cruzar ninguna extremidad del cuerpo.
La silla es importante, pero lo es mucho más la postura.
Cuando estamos agachados o arqueados nuestro cuerpo puede interpretar una postura de sueño o relajación y esto afecta a la perfecta realización de la tarea que estamos realizando, ya que no estamos lo suficiente activos. Es decir, incluso las “malas” posturas (pies en la silla, sentarse al borde de la silla, recostarse, encorvado o simplemente con las piernas cruzadas) pueden parecernos cómodas pero a la larga nos ocasionan serios problemas.
¿Por qué es importante sentarse de forma divina?
Mantén la postura del faraón y verás que beneficios aportamos al cuerpo:
– Sincroniza y activa los sentidos sensoriales.
– El músculo psoas ilíaco, influye en mejorar nuestras curvaturas y los dolores de espalda.
– Nuestro bienestar mental influye recíprocamente en la postura, generando una conexión en las dos direcciones.
– Una postura abierta nos ayuda a controlar el estrés, a sentirnos mejor y a mantener un equilibrio saludable.
UNA MENTE ABIERTA PUEDE CAMBIAR EL MUNDO, TU POSTURA Y SOBRE TODO, TUS DOLORES.