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Nuestro segundo cerebro

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Nuestro segundo cerebro

¿Sabías que tenemos un segundo cerebro, llamado sistema nervioso entérico?

¿Sabías que estamos ante un mundo fascinante por conocer, ya que hay una evidencia de comunicación inmunoneuronal entre nuestros cerebros? 

 

Nuestro segundo cerebro está formado por millones de neuronas distribuidas en las capas musculares del tubo digestivo. Éstas tienen el mismo lenguaje neuronal y los mismos neurotransmisores que nuestro sistema nervioso central. 

Un ejemplo es la serotonina, la llamada hormona de la felicidad y bienestar. Es tu sistema digestivo el que produce y almacena el 90 % del total de la serotonina de tu cuerpo. Al igual que el 70% de las células de nuestro sistema inmune.  

 

Los nudos que habitan en mi 

Nuestro segundo cerebro convive de forma simbiótica con un órgano llamado microbiota formada por microorganismos, bacterias, hongos, virus. Su función es específica para la homeostasis, regulación de energía a través de los alimentos y un gran mecanismo de control de patógenos externos. Por eso, el desequilibrio del ecosistema intestinal afecta a la mucosa, flora y/o al sistema inmune relacionado con el intestino. 

¿Presentas hinchazón, gases, ardor, estreñimiento o diarrea, problemas de piel y/ o respiratorios, cansancio, dolor de cabeza? Miles de nudos habitan en nuestro sistema digestivo.  

En la última década han aumentado un 40 % los trastornos digestivos, colon irritable, SIBO, cistitis, colitis ulcerosa, síndrome de Crohn, diabetes, obesidad y un largo etcétera.

Son las consecuencias de mantener a largo plazo esos nudos y producir desequilibrios en nuestro segundo cerebro. 

Aristóteles dijo una vez: “No se puede desatar un nudo, sin saber cómo está hecho”. 

Hoy os voy a contarmo se producen. Cuando hay un desequilibrio en nuestra microbiota es posible que se produzca una disbiosis intestinal. Con el tiempo esto genera una mayor permeabilidad en el intestino, los receptores pierden la capacidad de decidir qué entra o no al torrente sanguíneo, con lo cual penetran toxinas que generan un exceso de sustancias inflamatorias. El hígado y la vesícula se sobrecargan y pueden llegar a largo plazo a crear patologías digestivas. 

¿Qué distrae a nuestros vigilantes?  

Nuestro estilo de vida condiciona nuestra salud por eso, aspectos a tener en cuenta como la alimentación, la gestión del estrés, consumo de alcohol, tabaco, abuso de medicamentos (antibióticos o el ibuprofeno), la regulación del sueño, el estado emocional y la práctica de ejercicio físico, van a ser claves. 

 

Que el alimento sea tu mayor medicina.

Se recomienda que el tratamiento debe estar orientado por un nutricionista, junto con tu médico. El objetivo consiste en restablecer la microbiota con una alimentación adecuada e individualizada según el trastorno digestivo, tener información sobre alimentación antiinflamatoria o los foodmaps pueden mejorar tu calidad de vida. 

 

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