En LanFisio nos guiamos por la expresión “Men sana in corpore sano”. ¿Cómo encontrar el equilibrio entre cuerpo y mente?
Emoción del latín e-moveré, significa desde donde nos movemos. Las enfermedades psicosomáticas son las que, de fuertes procesos emocionales como depresión, ansiedad o estrés, se derivan síntomas físicos. Simplemente es un desequilibrio entre el cuerpo y la mente, que provoca la disminución de las defensas y, por tanto, que seamos más vulnerables ante los agentes externos.
Lo mismo sucede con muchos dolores y limitaciones que se manifiestan en músculos, articulaciones y otras estructuras que pueden tener origen en una víscera u órgano que no está funcionando correctamente. Ese dolor lo llamamos dolor referido visceral.
La explicación del dolor referido visceral es debido a que los nervios que recogen información de las vísceras, conectan con las mismas neuronas que los impulsos procedentes de terminaciones nerviosas de la piel y los músculos. Esta información del dolor converge en la médula y el cuerpo no sabe percibir correctamente de dónde procede (como un cortocircuito). Muchos órganos no tienen receptores del dolor, como el hígado, y el único síntoma de la disfunción puede ser el dolor referido a una zona músculo esquelética (hombro derecho, ángulo superior e interno de la escapula derecha, pulgar de la mano).
LAS VISCERAS Y SUS EMOCIONES:
La medicina oriental nos cuenta que cada órgano del cuerpo está asociado a una emoción que lo caracteriza y a otra que lo perjudica. Si nos movemos por el miedo, el enfado, la culpa, posiblemente todo estará rígido, y esto le perjudicará a mi cuerpo y se producirá un desequilibrio.
Cada persona tiene una historia, cada historia representa una emoción. Las historias que nos contamos a nosotros mismos, nos hará conectarnos con las emociones, emociones diferentes, maneras diferentes de entrar en la realidad. Por ello debemos ser muy cuidadosos con aquello que nos contamos y sobre todo cómo nos lo contamos.
El hígado y la vesícula biliar nos narra sobre la cólera o ira. El corazón nos murmura sobre la preocupación y ansiedad. El estómago y el páncreas nos cuenta sobre las dudas y obsesión en las relaciones de trabajo (estrés) y afectos de familia. El pulmón e intestino nos susurra sobre la tristeza y el riñón y los úteros, nos relatan sobre el miedo, autoestima, desvalorización y desesperanza.
Si somos capaces de escuchar a nuestras emociones, nos dará una llave clave para entender que nos sucede en muchas ocasiones, que necesidad biológica tiene nuestro cuerpo y para qué surge nuestro dolor.
Hoy en día existen numerosas terapias que nos ayudan a entender el dolor de nuestras emociones y por ello, la aceptación de la PNI (psico-neuro-inmunología), PNL (programación neurolingüística) y otras terapias basadas en el concepto de “cómo el comportamiento del ser humano puede influir sobre el sistema inmune, aumentando o disminuyendo la susceptibilidad a muchas enfermedades, y el fenómeno inverso, de cómo éstas pueden condicionar nuestro comportamiento.
Se ha demostrado que el sistema inmune tiene un papel integrador esencial, y que su función defensiva es derivada de éste, utilizando métodos clínicos y psicológicos. Además de una buena relación multidisciplinar, que nos llevará a cambiar creencias estereotipadas culturales, sociales y psicológicas, para dar visibilidad a problemas de la salud. Así podremos conseguir acertar con un buen diagnóstico, tratamiento y adhesión terapéutica con el objetivo de mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes.